POR LA CARRETERA

Regresaba de aquella fiesta, como siempre se me hizo tarde y no alcancé el último autobús, decidí caminar porque de todos modos no tenía dinero para el taxi, así que aproveché para disfrutar de la ciudad, que se ve tan tranquila a esas horas de la noche; en mi cuerpo todavía hay secuelas del último porro que me fumé, aún siento entumecido el cuerpo y la neta no logro caminar correctamente, mezclar cerveza y mota esta bien culero.

Estaba por el rumbo de la calle sesenta, esa que divide en dos la ciudad, y recuerdo que llegando cerca del zoológico, en una avenida que normalmente esta muy transitada, pero que ahora parecía un desierto; y fue entonces cuando al doblar la esquina, la luz de una ambulancia y varias patrullas me sacaron de mis pensamientos internos. Un accidente de tránsito, pensé de inmediato, y me acerqué inducido en parte por el morbo y en parte por mi borrachera, me le acerqué al que parecía ser el oficial al mando, pues daba ordenes a los paramédicos y a los oficiales que corrían desesperados, Un hombre con el uniforme café, el comandante Fuentes, como dijo llamarse me dijo que me alejara de ahí, alguien llamó para decirles que en ese lugar iban a atropellar a alguien, una llamada anónima, todo resultaba ilógico, ¿cómo podían tener la certeza de que en realidad iba a ocurrir y no era una broma?, el comandante nos dijo que había tan poco movimiento a esas horas que no perdían nada con intentarlo, me volvió a pedir que me alejara del sitio. Esta vez lo dijo con más seriedad, las arrugas en su cara, parecían ríos secos, tenía las ojeras, de quien no duerme desde su infancia: encendió un cigarro y yo me hice a un lado como me indicó, y luego de quince minutos en donde no había pasado absolutamente nada, decidí regresar a mi casa, ya eran casi las cuatro de la mañana, empecé a caminar al sentido contrario a donde estaban los policías, de repente, la vista se me nubló, vi varias luces que me marearon y sentí como que el cuerpo se me desparramada, me arrepentí de haber tomado tantas cervezas, de haber aceptado esos porros de mota, pensé que todo era el resultado de mi estupidez, en un acto reflejo protegí mi vista con mis manos, y viré la vista hacia donde estaban los policías, ya no había nadie, la calle estaba igual de solitaria, no habían pasado ni dos minutos desde que los dejé, no pudieron haberse ido tan rápido, y en un instante las luces se apagaron, me sentí un poco mejor, sentí que las fuerzas regresaban a mi cuerpo, pero fue tan poco duradero ese momento, cuando sentí un gran golpe en mi vientre, y me sentí empujado con una gran fuerza por el aire, hasta que el pavimento soportó mi caída, solo alcancé a ver el pinche automóvil que me acababa de arrollar, ni siquiera se detuvo a ver como me encontraba, se alejó de ahí a toda prisa, pisando el acelerador, el ruido de su motor nuevo fue el ultimo sonido que escuché en mi semi lucidez, otra vez se me nubló la vista y cuando desperté unos hombres me subían a una camilla.

-comandante ¿quiere ver el cuerpo antes de trasladarlo al hospital?- dijo uno de los camilleros, un hombre con el uniforme café, con arrugas en el rostro y unas ojeras como de quien no ha dormido desde su infancia me miró, encendió un cigarro y dijo:

- Ese rostro se me hace conocido.-

D.R.L.A.