POR LA CARRETERA

Siempre sueño que muero, en una lluvia, no, mejor diría que en una tormenta, si, eso, es recurrente que vea las plantas de limón del patio meciendose, como diciendo Noooo de un lado a otro, y sus hojas huyendo despavoridas de sus ramas, incluso algunas se desprenden del piso. También veo las láminas del vecino de enfrente destapándose del techo; y esa maldita lluvia que no para, se cuela por la ventana de la cocina que tiene un vidrio roto, así hasta formar un riachuelo que llega hasta mi cuarto, de niño jugaba a hacer barquitos de papel, y en sima, les ponía mis muñequitos de vaqueros, de esos tenía una bolsa completa, mi papá los había comprado para mi fiesta de cumpleaños, se supone que los meteríamos en la piñat junto con los dulces, pero a mi hermana se le ocurrió no meterlos y guardarlos, así nos dividimos: ella los vaqueros e indios y yo los soldaditos verdes, habían de diferentes posiciones, uno por ejemplo miraba acostado con su rifle como esperando a la presa, el rifle es de los que traen una mira telescópica, con la que podías ver animales o personas a larga distancia: había otro que tenía una granada en su mano, otro parado con el rifle apuntándole a alguien, pero mi favorito era el francotirador, ese que acostado esperaba a que saliera la víctima y tirarle un balazo, uno solo bastaba para cumplir con el trabajo, creo que de ahí saqué mis dos virtudes: ser paciente y certero a la vez. Pero les contaba de la lluvia que no terminaba nunca, no se a donde se iba tanta lluvia pero así de repente, la casa empezaba a inundarse, el techo se llovía, mamá ponía ollas estratégicamente por todas las goteras, las ollas y cubetas se llenaban muy pronto, así que había que tirar el agua y volver a poner otra, mi trabajo era poner una vacía mientras mi hermano mayor tiraba las que se llenaban, mi hermana secaba el piso con el trapeador, y mi papá siempre decía: cuando termine la temporada de lluvias arreglaré ese techo, pero nunca lo hacía, y cada temporada era su misma cantaleta.

Hasta aquí todo iba bien, la lluvia certera, los barquitos de papel, mis soldaditos, todos en la casa de un lado a otro enloqueciendo, hasta que se escuchaba el primer rugido, entonces yo corría a mi cuarto, que era el más oscuro de todos, a guardarme, el rugido anunciaba que vendrían otros mas, y otros, a torturarme, eran muy potentes, pues ya siendo de noche, se iluminaba la casa, cada vez que el cielo gritaba, eran como un bombardeo seguido, cada vez más cerca, así hasta que la luz se iba, y quedaba todo oscuro, todos dejaban de poner las cubetas y ollas, pues ya ni se veía por donde caía el agua, el resto de mi familia se acostaba en sus hamacas, a escuchar la radio de baterías, y nadie se preocupaba por mis temores, yo horrorizado, escuchaba el rugido, y me cambiaba de lugar, me persignaba, no se ni porqué pero lo hacía. Una vez, vi en una caricatur que un rayo cayó sobre un conejito y lo mató, en ese momento me pareció gracioso, pero en ese momento, me daba un pánico absoluto ese sonido infernal; luego el olor, a quemado, incluso hasta ahora puedo distinguirlo, a pesar de que lo he sentido solo en sueños, puedo distinguir el olor de la carne quemada. Y llovía, los árboles no dejaban de agitarse, y esos ruidos...

Pasaban pocos minutos, siempre se iba la luz, y de repente, el estallido, no importaba hacia donde me mueva, ese rayo, siempre caía sobre mi...Hasta que despertaba asustado.

Es el sueño más recurrente, quisiera contarles cómo termina, pero tengo que salir, ya me entretuve mucho aquí escribiendo, y ésta maldita lluvia no para.